Pekinés. Características e historia

Pekinés

El Pekinés es un fragmento viviente de la historia, un eco de imperios lejanos y una criatura de dignidad casi mística. Su porte regio y su mirada penetrante nos transportan a los salones sagrados de la Ciudad Prohibida de Pekín, donde estos pequeños leones eran venerados y protegidos con celo.

UN LINAJE IMPERIAL: LOS ORÍGENES DEL PEKINÉS

La historia del Pekinés se entrelaza íntimamente con la realeza china, remontándose a más de 2000 años. No eran simples mascotas, sino compañeros sagrados de emperadores y nobles. Se creía que eran la encarnación de los legendarios «Perros de Fu» o leones guardianes, capaces de ahuyentar a los malos espíritus. 

Su pequeño tamaño permitía que fueran llevados en las amplias mangas de los túnicas imperiales, sirviendo como protectores sorpresa y cálidos compañeros. El robo de un Pekinés se castigaba con la muerte, ahí es nada!. Fue solo tras las Guerras del Opio, a mediados del siglo XIX, cuando algunos ejemplares llegaron a Occidente, presentados a la Reina Victoria de Inglaterra, lo que marcó el inicio de su popularidad fuera de China. Esta herencia imperial define gran parte del carácter y la percepción de la raza Pekinés hasta nuestros días.

CARACTERÍSTICAS FÍSICAS DISTINTIVAS DEL PEKINÉS

La apariencia del Pekinés es inconfundible y contribuye a su aura de nobleza. Es un perro pequeño, pero sorprendentemente robusto y pesado para su tamaño, con una estructura ósea sólida. Su característica más llamativa es su cabeza ancha y maciza, con un cráneo plano entre las orejas. Como raza braquicéfala, presenta un hocico muy corto y chato, con una arruga distintiva sobre la nariz. Sus ojos son grandes, oscuros, redondos y prominentes, llenos de expresión. Las orejas, en forma de corazón, cuelgan pegadas a la cabeza, cubiertas de abundante pelo.

El cuerpo del Pekinés es más largo que alto, con un pecho ancho y una parte trasera más ligera, lo que le confiere un distintivo «andar de león» o balanceo al caminar. Su melena, especialmente notable alrededor del cuello y el pecho, refuerza esta semejanza leonina. La cola, de inserción alta, se curva sobre la espalda, adornada con largos flecos. El pelaje del Pekinés es otra de sus glorias: una capa externa larga, lisa y áspera, con una capa interna densa y suave. Admite una amplia variedad de colores, desde el dorado, rojo, negro, blanco y sable.

TEMPERAMENTO Y PERSONALIDAD: EL ALMA DE UN NOBLE

El temperamento del Pekinés es tan único como su apariencia. Son perros de una dignidad innata, independientes y, a menudo, con un aire de autosuficiencia que puede interpretarse como terquedad. No son serviles; esperan ser tratados con el respeto que creen merecer, son muy chulos en este sentido. 

A pesar de esta fachada a veces distante, forman lazos muy fuertes y leales con sus familias, aunque pueden mostrarse reservados con los extraños. Su valentía es legendaria, a menudo desconociendo su pequeño tamaño y enfrentándose a desafíos con audacia.

El Pekinés no es una raza que demande ejercicio vigoroso. Disfrutan de paseos cortos y de sesiones de juego moderadas, pero están igualmente contentos supervisando el hogar desde un cojín cómodo. La estimulación mental es importante para ellos, y aprecian los juguetes interactivos. La socialización temprana es crucial para desarrollar un Pekinés bien equilibrado, acostumbrándolo a diferentes personas, sonidos y situaciones desde cachorro. Su inteligencia puede ser un arma de doble filo en el adiestramiento; aprenden rápido, pero solo si están motivados y se utiliza un enfoque positivo y paciente.

Pekinés

CUIDADOS ESENCIALES DEL PEKINÉS: MANTENIENDO SU MAJESTAD

Poseer un Pekinés implica una dedicación particular a sus cuidados, especialmente debido a sus características braquicéfalas y su suntuoso pelaje. El mantenimiento de su manto es una tarea considerable; requiere cepillado diario para evitar enredos y esteras, y muchos propietarios optan por visitas regulares a un peluquero canino profesional. Se debe prestar especial atención a la limpieza de los pliegues faciales para prevenir irritaciones e infecciones cutáneas.

La salud del Pekinés requiere vigilancia. Su conformación braquicéfala los predispone al Síndrome Braquicefálico Obstructivo de las Vías Respiratorias (BOAS), que puede manifestarse con ronquidos, dificultad para respirar y baja tolerancia al ejercicio o al calor. Es vital evitar el sobrecalentamiento, especialmente en climas cálidos o durante el verano. Sus ojos prominentes son vulnerables a lesiones, úlceras corneales y proptosis (desplazamiento del globo ocular). También pueden ser propensos a problemas de espalda, como la enfermedad del disco intervertebral (IVDD), por lo que se debe evitar que salten desde alturas.

La nutrición debe ser de alta calidad y adaptada a su nivel de actividad para prevenir la obesidad, que puede exacerbar muchos de sus problemas de salud. Las visitas veterinarias regulares son fundamentales para la detección temprana y el manejo de cualquier condición específica de la raza.

EL PEKINÉS EN EL HOGAR MODERNO

El Pekinés puede ser un compañero maravilloso para el propietario adecuado. Se adapta bien a la vida en apartamento, siempre que se satisfagan sus necesidades de compañía y estimulación moderada. Con los niños, es preferible que sean mayores y sepan tratarlo con respeto y delicadeza, ya que el Pekinés no tolerará un trato rudo. Con otros perros y mascotas, una socialización temprana puede ayudar, aunque su naturaleza a veces territorial puede requerir supervisión.

En resumen, el Pekinés es más que una cara bonita y un pelaje exuberante. Es un perro con una historia rica, un carácter fuerte y unas necesidades específicas. Para aquellos que aprecian su singularidad y están dispuestos a brindarle los cuidados que merece, el Pekinés ofrece una compañía leal y una presencia regia que enriquece el hogar. Su legado como tesoro imperial perdura, adaptándose con dignidad al mundo moderno, siempre y cuando se comprendan y atiendan sus particularidades como perro braquicéfalo.

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